Noche de acampar

Ah, la noche. Creo que eso es lo único por lo que me he dejado convencer por Juno para venir hasta aquí. La noche, siempre la noche. Es apropiado, ¿no? Si no sale alguien como yo de noche, ¿quién sale? Aunque lo cierto es que la idea de estar con desconocidos en ningún momento me ha agradado. No estoy hecha para conocer personas. No, no lo estoy. Los grupos grandes me tensan, hacen que me suden las manos y que mi cara se encienda como un farolillo. No, no me gustan, no me gustan los grupos grandes.

Pero Juno me prometió una gran noche, un cielo despejado con multitud de estrellas y un paisaje digno de inmortalizar.

Ah, y dulces.

Sí, quiero dulces.

La cuestión es que, antes de darme cuenta, estaba aquí, embaucada por mi amiga. No quiero decir que no cumpliese con lo prometido: una espléndida noche y alguna que otra chuchería que llevarse a la boca. Sin embargo, sigo sintiéndome un tanto fuera de lugar y la conclusión que sale de todo ello es la misma de siempre: Nyx evadiéndose de todo lo que le rodea, contando estrellas. Y cuando digo contar estrellas lo digo literalmente. Mientras a mi alrededor pasa... lo que quiera que esté pasando, yo sigo con la cabeza fija en lo alto, sin prestar atención absolutamente a nada de lo que sucede. No es que lo haga de forma consciente, es únicamente un modo de autodefensa. Si me siento cohibida, siempre es mejor pensar en cualquier otra cosa, en esta ocasión en las estrellas, en todas las constelaciones que puede haber sobre mi cabeza y en lo desafortunado que es no contar con ni siquiera una pequeña cámara para quedarme con el momento. Si tan sólo fuese más previsora...

Suspiro y me obligo a bajar la mirada al fin hacia los demás. Me mordisqueo los labios nerviosamente, en busca de Juno, que ha desaparecido de mi vista mientras yo, para variar, tenía la cabeza en las nubes. Me ruborizo con violencia y meto las manos en la chaqueta nerviosamente, haciendo una cabeceada a modo de saludo, aunque sin saber exactamente a quien me dirjo.

—Jun... —mascullo, perdiéndose el final del nombre en e se titubeo nervioso. Carraspeo, volviendo a intentarlo—. Hola... Em... Ah... ¿Juno?

La brisa nocturna me agita el pelo. Antes de enfrentarme a un silencio absoluto, a la falta de encaje en el grupo o a miradas de un tercero, vuelvo a agachar la cabeza con nerviosismo, concentrándome con todas mis fuerzas en una pequeña pierda redondeada a la altura de la punta de mi pie. La rozo con cuidado, como si pudiese moldearla con sólo un roce. "Me pregunto si será de algún tipo de mineral extraño y valioso". Sí, aquí estoy yo de nuevo, evadiéndome de todo y de todos antes de cumplir con e objetivo que me había propuesto. ¿Cuál era? Ah, sí, encontrar a Juno y tratar de encajar, de dejar de pensar en nimiedades y sentar la cabeza en el entorno, en la escena, en la gente.

Creo que nunca me sale bien este tipo de cosas.

Ah, me pregunto si esa piedra será de algún tipo de mineral valioso...

OFF: Siento la intrusión. Si el post está mal o corto el hilo de cualquier cosa decidmelo y lo retiro en seguida      

Lo cierto es que la simple inadaptación social hubiese sido más fácil de sobrellevar que esto. Sí, sabía a lo que me atenía cuando dejé que Juno que convenciese para esta salida, porque muchos chicos a estas edades están demasiado cegados por la testosterona y la adolescencia como para tener dos neuronas sanas en funcionamiento, pero, claro, le prometí a mi amiga que por una vez intentaría pensar como una chica de mi edad y me dejaría de mis rollos raros, aunque no sabía exactamente cómo cumplir con algo así  cuando no sé cómo demonios debe comportarse exactamente una chica de mi edad. Si es de esta manera, no quiero.

Yo solo quería dulces.

Dulces y unas estrechas y una noche tranquila.

No quería apestar a cerveza y preocuparme por las neuronas que no están alineadas en las cabezas ajenas.

La cuestión es que sí, mis pocas tablas sobre las relaciones con los demás me deja completamente patidifusa ante ese chorro frío y asqueroso que me empapa por completo, incluso se me escapa un grito de espanto, algo bastante desagradable que me termina por sacar un sonrojo todavía más incómodo. Sin embargo, no tengo muy claro que sólo sea por la humillación de la escenita de por  sí. No soy una persona que se enfade o que muestre alguna emoción generalmente, pero mi temperamento es tan voluble que si no se tiene cuidado puedo estallar ante el más mínimo aliciente. No es lo que tenía pensado para el comienzo de esa dichosa interacción con desconocidos, pero tampoco pienso dejar que se metan conmigo así, por las buenas, únicamente por tener problemas a la hora de hablar.

—Hijo de... —mascullo, masticando entre dientes el resto del insulto mientras me escurro la camiseta—. ¿Sueles usar esas bromitas muy a menudo para compensar tus carencias ahí abajo? Porque es muy divertido, eh, muy divertido. Me parto, me parto sobremanera, tanto que podría meterte la botella por el cul...

Ah, ya me vuelve a pasar. Cuando me siento amenazada, o cuando me bloqueo, o cuando hablo más de la cuenta, o cuando... En fin, en este caso, a causa de la irritación y la vergüenza en seguida me sulfuro, refunfuñando una sarta de improperios que se terminan y quedan a medias en el aire cuando mi amiga Juno al fin aparecer y me lleva a arrastras a no sé dónde. Pero me he quedado con la cara de ese tío, con la suya y la de su compañero, ese que le pasa el brazo por los hombros de manera tan amistosa. Algo me dice que debería saber sus nombres o algo, pero no es de extrañar que mi cabeza, que está en todos lados menos en la Tierra, no los tenga registrados. Qué más dará, cada vez me siento más alterada y nerviosa en este sitio. Yo sólo quería ver estrellas.

Estrellas. Estrellas y dulces.

Todavía me muerdo el labio nerviosamente y maldigo por lo bajo mientras Juno habla sobre alguien. Creo que se trata de una presentación. Ah, no, no sé de qué me está hablando. ¿Cómo ha dicho que se llamaba? ¿Quién es la persona de la que me habla?

—Mm... Hola. Ah, hola Max, encantada —titubeo, de manera distraída, avergonzada como siempre, rodeándome el cuerpo mojado con los brazos, justo alrededor de las costillas. Me olisqueo el pelo y arrugo el ceño. Apesta. Ah, maldito—. Oye, oye. Eh, Juno, ¿de qué juego habla ese de ahí? Sí, ese, ese tío. Lo quiero apalizar, necesito vengarme —no es que sea la persona más competitiva del planeta... Bueno, un poco, a veces, sólo si la ocasión lo merece. Pero es que ahora mismo quiero hacer algo para librarme de esta sensación de irritación y nervios que tengo dentro—. Y necesito dulces. Me ha puesto nerviosa.

Al menos este chico que me ha presentado Juno, el tal Max (es Max, ¿no? Debería empezar a conectar con el mundo en vez de irme a Babia tantas veces...), parece más amigable que el otro, que su mejor manera de romper el hielo con la gente es empapándolo de la cabeza a los pies. Así que, aunque me sigo sintiendo un tanto desubicada, al menos me resulta más sencillo plantar los pies en la tierra y ser un poco más sociable, o en este caso empezar a prestar más atención a mi alrededor y preocuparme por lo que estén diciendo los demás.

—N-no, no me intimido, es sólo que no me esperaba algo así... —las referencias que hace al otro chico y a su amigo se me escapan un poco, pero consigo sonreír y olvidarme en parte de la tensión inicial. Tampoco me gustaría que los esfuerzos de Juno porque me integre en... lo que sea esta fiesta y en su grupo de amistades  fuesen en vano. Quiero esforzarme por ella... y por mí, supongo. No está bien que me siga resguardando en mis cosas por simple comodidad. Me prometí y le prometí a mi amiga que sería más sociable, tengo que cumplir con mi palabra.

Sin embargo, antes de que pueda decirle mucho más a ese chico en cuestión, ya estoy girando como una peonza en otra dirección, arrastrada por Juno, que me aleja de ese tal Max y de ese chico raro que me ha mojado y que ahora me mira con una sonrisa burlona un tanto exasperante. ¿Pero qué le habré hecho yo?

No, no, Nyx, respira y no te dejes llevar por tu vena más infantil y competitiva. Hazlo por Juno, aunque sólo sea por Juno, intenta aparentar ser una persona normal... sean como sean las personas normales, vaya.

—Perdona, me comportaré, Juno, es sólo que no me esperaba eso... —siento como si tuviese que decirlo, porque mi arrebato ahora, después de haber empezado a pensar en mil cosas en mi cabeza y haberlo contrastado un centenar de veces desde ángulos y perspectivas diferentes, no me parece el más acertado y no creo q ue me ayude a llevar mejor esta noche—. Perdona, me esforzaré más.

Y eso intento, de verdad que lo intento, pero como sigan pasando tantas personas por delante de mí, con tantos nombres que no he escuchado en la vida, tan diferentes y tan extraños para mí, la cabeza terminará  por explotarme. Sin ofender, es solo que para alguien que no está acostumbrado al contacto con los demás esto genera un tanto de vértigo. Bien, haré repaso de nombres de momento: el chico de la mojadura creo que comentaron que se llamaba... Ah, no, no dijeron el nombre, ¿verdad? Su amigo... No lo recuerdo, pero creo que el otro que me presentó Juno era algo como Max... Sí, Max, ¿no? ¿Era así? Ah, y este chico... ¿Cómo era? Ga... Em...

—Ah, Gauss... ¿Gauss? —espero a que alguno me asienta con la cabeza o algo por el estilo, porque a este paso tendré que anotarme los nombres en la palma de la mano. Lo buena que puede ser la memoria para unas cosas y lo nefasta que se puede antojar para otras—. Encantada. Es genial conocer a los amigos de Juno; ella es una persona increíble por conocer a tanta gente, ¿no?

Bueno, no es como si fuese el comentario más locuaz o normal en este tipo de situaciones, supongo, pero es mi manera de romper el hielo y querer dar algo de conversación. Creo que ahora tengo más ganas de encajar, no sé, de ser como Juno y conocer a aquellos que me rodean y no estar todo el día pensando únicamente en las musarañas. Me gustaría que de todo esto saliese algo bueno, y no solamente una mojadura monumental nada más empezar la noche. Menos mal que no soy demasiado friolera o ya me estarían castañeteando los dientes.

Aunque parece que hay alguien que causa más discordia que yo en todo esto. Antes de que pueda aceptar el ofrecimiento de la camiseta seca de mi amiga, otra chica aparece en el grupo, y cuando lo hace, tanto Juno como los otros dos chicos, el rubio y el... Mm... bueno, el chico de la botella (de momento para mí se llamará así), dejan bien claro de que no es, en absoluto, bien recibida en este corrillo. Procuro no meterme en medio del asunto y me encojo un poco de hombros. Lo único que puedo pensar es que no me gustaría convertirme en el enemigo número dos de esta pandilla, al menos no tan pronto. Así que, por mi bien, más me vale aprender cuanto antes a cómo desinhibirse un poco y llevarles la corriente.

Pero... ¡es que no tengo ni tiempo! En un abrir y cerrar de ojos, ya se vuelven a mover, y yo me descubro siguiendo al grupo por inercia, con las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta húmeda. Al menos si me acerco al fuego no me cogerá el frío, supongo. De todos modos, sigo sin saber qué pasa. Gente que carga a otros sobre los hombros, tanto alcohol y el no sé qué juego de la botella... Espero que al menos no pretendan atizarse con ellas o algo así, porque en eso sí que no participo.

—Yo quiero unirme —comento, forzando una sonrisa para hacer un esfuerzo por parecer más amigable—. Sí, y-yo me apunto. ¿Puedo? Suena divertido y eso...

En fin, puede que esto no sea algo que yo entienda muy bien, pero dudo que ellos mismos lo comprendan. Es decir, ahí está Juno, berreando porque ese chico la ha cogido como si fuese un saco de patatas y se la ha cargado al hombro. Luego bromean sobre ropa íntima y mi amiga parce que esté a punto de asesinarlo, literalmente, porque se lanza sobre él de tal modo que incluso me asusta. No sé si tengo  que separarlos, empezar a buscarle una coartada, distraer la atención de los demás presentes o pedir ayuda. Pero al ver que nadie más reacciona, yo me obligo también a permanecer quita, copiando las acciones del resto para ser "una más", "normal" y todo ese tipo de cosas que siempre me suelen repetir hasta la saciedad. ¡Es que la culpa es mía! ¿Qué se supone que significa para la gente la palabra "normal"? Porque ahora mismo nada de lo que estoy viendo sería calificado por mí como algo así. Creo que es un término demasiado abstracto y a mí se me aturulla la cabeza cuanto más vueltas trato de darle. Intento adaptarme, de veras que lo intento, pero a veces creo que el mundo que me rodea es demasiado intrincado y tiene demasiadas interpretaciones para mi pobre cabeza. ¿De verdad llegaré a conseguirlo?

Ah, no, maldición, ya lo estoy haciendo otra vez. Conecta con la Tierra, Night, no vuelvas a marcharte a sabe Dios dónde. Te están hablando, ¿no lo ves?

Para cuando todo se ha normalizado (al menos ya no parece que se vayan a agredir) y yo he vuelto a la realidad de nuevo, Juno se está dirigiendo a mí. Parpadeo varias veces, percatándome de que tiene la que parece ser La botella de todo ese juego que han orquestado y parece que vaya a dar inicio a los preparativos... empezando por mí. Ah, al menos esta es la oportunidad perfecta para tratar de encajar un poco más. Seguir instrucciones se me da bien, es más simple que intentar descifrar las emociones y sentimientos de contrarios. Son actos mecánicos, físicos, sin mayor trasfondo. Algo lineal y carente de profundización que se puede comprender sin demasiados devaneos de cabeza.

O eso creía.

—¿E-eh...? —vale, me ha aturdido un poco la última parte. Eso de ir desnuda si me niego. Espera, ¿es sólo si me niego o también si fallo en el reto en cuestión? Algo me dice que no quiero esperar a averiguarlo. De todos modos, no acabo de comprenderlo. ¿Se supone que es una prueba divertida? Porque hace nada ese chico habló de su ropa interior y creo que no le pareció para nada divertido. ¿O he interpretado mal toda esa extraña pelea que se traían entre manos? Demonios, qué complicado es intentar seguir el hilo de las cabezas ajenas. En fin, lo mejor es asentir y esforzarme. Sí, voy a mostrar algo de entusiasmo, pese a los coloretes que me asaltan las mejillas. Sí, si es divertido, me esforzaré por hacerlo bien... o algo así—. Bien, vale, lo he pillado, sí... ¡En nada estaré de vuelta!

Me remango los pantalones sin pensármelo demasiado hasta la altura de los muslos. Luego, a trote ligero, voy hasta la orilla del lago, mirando de vez en cuando hacia atrás, simplemente para mantener localizada a mi amiga. Esto es un tanto raro... Pero cuanto más lo pienso, y una vez me arrodillo sobre el terreno fresco por la noche, me parece más entretenido. Al menos hago ejercicio y entro en calor para que la ropa mojada no me moleste. Así que, sin más demora, me pongo a trotar por ahí de rodillas, todo lo deprisa que puedo. Tengo que estar dando una imagen de lo más graciosa, pero un reto es un reto, ¡y a mí me encanta demostrar que puedo hacerlo! Ya he dicho que las actividades físicas son para mí mucho más simples que las relaciones sociales...

Aunque  lo cierto es que pierdo el equilibrio un par de veces. Me resbalo, no lo puedo evitar, soy un poco  torpe, pero al menos no me hago demasiado daño en las caídas. Con el avance sólo siento una ligera quemazón en las rodillas, lo típico, pero para cuando he terminado, estoy tan colorada y con una sonrisa de oreja a oreja por creer mi éxito cumplido, que ese tonto escozor no es más que un lejano recuerdo.

—¡Ya está! ¿Lo he conseguido? —pregunto, elevando un poco la voz, mientras me pongo en pie y me sacudo las piernas de los restos del suelo—. Si es así, venga, dame la botella -me acerco y le indico la botella que sostiene, envalentonada tras mi pequeña "prueba de fuego"—, ¿qué tengo que hacer ahora? Amm... ¿Le doy a la botella? ¿Cómo es?