Millie (ID)

■ MILLIE ■

Descripción Psicológica

El rostro serio del primer instante en el que se encontró con los muros del laberinto rodeando el Claro. Los ojos asustados y nerviosos de alguien que no conoce ni su nombre. De esa manera se presentó Millie a las otras Gladers cuando la sacaron de la Caja en su primer día como Greenie. Sin embargo, a pesar de ese ligero aire de desconfianza de los primeros días, Millie resulta ser algo más que una niña asustadiza.

Como una persona que ha de aceptar una situación nueva, reconociéndose desde cero, la personalidad de Millie se ha ido forjando con el paso de los días que ha pasado en el Claro. Si bien al principio la amabilidad era una de sus insignias, ha tenido que endurecerse puesto que en su puesto como Cooker todo el mundo se aprovechaba para hurtarle la comida, apodándola de modo cariñoso Cookie ante su debilidad para echar una buena regañina. Eso no ha cambiado demasiado, ya que siempre hay momentos en el que los ojos hambrientos superan sus intentos de madurez, sin embargo es normal escucharla gritar indignada en la cocina cuando no encuentra lo que necesita porque alguien se lo ha llevado antes.

Su trabajo le impide adentrarse en el Laberinto, y ella tampoco se considera adecuada para hacerlo puesto que su fuerza física reside más en sus brazos a fuerza de cocinar y transportar alimentos que en sus piernas. No obstante, su afán de descubrir que hay más allá la lleva a hacer siempre mil preguntas de cómo, por qué, por dónde, pero sabe cuando debe callar. Además, el Claro para ella es un lugar casi sagrado, en el que, si bien tal vez no es la que era antes, no le desagrada en absoluto la Millie encerrada en el Laberinto. Incluso podría decirse que tiene miedo de salir de ahí, de nuevo retornando a esos ojos asustados y miedosos. Pero sabe que ha de ser valiente. Todas se están esforzando para salir.

Y si ella puede aportar aunque sea un poco, lo hará sin pensarlo dos veces.

Historia

El pasado de Millie es un vacío oscuro en su cabeza. No recuerda nada. Y aunque existan personas que desesperen por traer de nuevo sus recuerdos antes de la Caja a la memoria, Millie no tiene tanta prisa.

Al salir al exterior siendo arrastrada por aquellas chicas que en aquel momento parecían el doble de grandes y el doble de fuertes que ella a sus ojos (algo que, pronto se daría cuenta, era tan exagerado como solo puede serlo en un momento de histeria), el terror la invadió por completo. Las luces, los rústicos edificios, los altos muros que rodeaban el Claro... todos eran enemigos y ella solo un insecto perdido. No destacaba en ella una inteligencia extrema o demasiada fuerza física, o incluso agilidad suficiente para ser una Runner. De modo que, después de haber pasado por casi todas las áreas para buscar sus habilidades, encontró en la cocina su mejor papel, sintiéndose segura, acomodada y, al final, resultó ser un trabajo de lo más gratificante. Nadie puede despreciar descaradamente a quien le hace la comida, al fin y al cabo. De ser otra persona, posiblemente tras un desplante se podría esperar una pequeña sorpresa en su plato.

Así ha pasado sus días dentro del Laberinto, entre comida, fogones y personas hambrientas. En los momentos que podía escaparse de sus obligaciones, se ha recorrido el Claro de un lado a otro, paseando, satisfaciendo así su curiosidad en pequeñas dosis, aunque siempre con cuidado de no encontrarse con algo desagradable. De ser una Runner, podría explorar más allá, pero se conforma con escuchar las historias de las demás, imaginándose cómo sería ir por esos enormes pasillos laberínticos sin tropezar o quedarse sin aliento a los diez minutos.

Pequeños sueños como esos todas las noches. ¿El pasado? No importa. Solo importa el presente, y el futuro, que puede escoger como Millie, la Cooker, Cookie. Eso es lo que le interesa.